Mi perra Tulip (1956) es un libro de la experiencia. Se ocupa de un hecho que aunque habría podido considerarse marginal o secundario fue, en el balance final, absolutamente central en su vida. Adquirió, por circunstancias casuales, un perro, una perra en realidad, Tulip, de raza pastor alsaciano, y organizó su vida en torno a ella durante los dieciséis años que vivió el animal. 

Aunque debe de haber pocos libros tan hermosos sobre la relación de un hombre con un perro, Mi perra Tulip no es en absoluto lo previsible en el género. Trata del amor perfecto, pero en sus propios términos; no habla de él, lo da por sentado, y se ocupa, casi del principio al fin, de un asunto que en general pasan por alto quienes escriben sobre sus perros: su vida sexual. Los períodos de celo de Tulip se dan con enloquecedora puntualidad cada seis meses; son breves, pero de cualquier modo la espera cubre todo el tiempo. 

Constituyen una realidad a la que otro habría cerrado los ojos, pero es la que Ackerley elige como pauta del tiempo y objeto privilegiado de preocupación. El texto tiene algo de novela y de manual de instrucciones. ¿Qué hacer? Una larga experiencia termina enseñando que no se puede hacer nada, que se pierde siempre: todo compromiso es vano cuando se trata de la conjunción de la naturaleza intratable y la civilización. Y al cabo de todas las pruebas estaba la constatación de que no tenía tanta importancia. Todos los accidentes se anulan en la eternidad de la vida del animal, que es el lapso del amor perfecto.” César Aira, Las tres fechas

  • Editorial: BEATRIZ VITERBO
  • Paginas: 192
  • Edición: 2010
  • Idioma: Castellano
  • Peso: 242
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN 9789508452429

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