Ya No Salimos

En Ya no salirnos la literatura cambia de piel para ser el informe de las bajas de la generación de los 90. Porque los personajes de este libro son animales de lujo, criaturas de un freak-show que cifran una épica destinada a la extinción. Catón en estas tres nouvelles viene a ajustar las cuentas con su época, para proponer los trazados de la nueva narrativa salvaje.

Francisco Garamona

Sabíamos que Catón estaba escribiendo. Que estaba sumergiéndose en los meandros de sus recuerdos. Philip Roth dijo que quien no está hecho de recuerdos no está hecho de nada. Catón se metió con la memoria de una época, desafiando ese sofisma que dice que quién vivió bien una década, no puede recordar nada. En cambio, el poeta pampeano se retrotrae vívida –y alucinadamente también– hacia los pliegues de los años 90, para brindarnos una cartografía de la amistad y la noche### una cartografía del deseo y los deseos inconclusos. Todo esto con la soltura de un narrador valiente. Que escribe con pulso volcánico. Literatura volcánica: una montaña rusa de sensaciones. Un narrador que hasta puede recordar el futuro. Entre Alphaville de Godard y el Vivir afuera de Fogwill, Catón lo ha hecho posible. Chapean!

Gustavo Álvarez Núñez

En Ya no salimos hay una que se está por mudar a un country,

otro juega a ser poeta en reconocibles escenarios de la noche

de los 90 y uno que se despierta en una Buenos Aires vacía.

En los tres relatos se atiende a tramas, personajes y escenas dictadas por una voz que pone en movimiento, elegante y precisa, los viejos mecanismos del arte de narrar. "Filomontos, surrealistas, beatniks, villeros, borrachos, drogones, patoteros, ricoteros" se enredan en tramas perfectas y en escenas que se resuelven encantadoramente, como quiere la buena literatura, en una prosa que, sin embargoy por fortuna, le debe más a la poesía y a lo que de música tiene la poesía que a la mera peripecia novelística.

Damián Ríos