Las Dos Besson Y Otras Almas

Los cuentos de Villalobos son protagonizados por la fugacidad, en ellos abundan los hechos que quizás nunca hay que contar. Los relatos se construyen y se relacionan entre sí mediante secretos y anécdotas, eventos del pasado que afloran en charlas casuales, crónicas de desgracias, amores perfectos y fantasmales. El DF, Marsella, Barcelona o Bruselas son algunas de las ciudades donde los protagonistas viven, se enamoran, odian, creen, se despiden, escriben, pelean o mueren... al igual que nosotros, sus lectores.

Fragmentos:

“Regresé vagando a la residencia, apesadumbrado, acompañado por el aroma nocturno a kebab y a pizza barata de la Canebière, escoltado por sus garitos de mala muerte y sus hombres tendidos en la acera, durmiendo a la intemperie, como perros hambrientos, mitigando una borrachera, mientras encima de ellos el aire hacia volar los afiches de un bar o de una tienda de ropa, los restos de la pobreza que se aglutinan y esparcen por el centro de todas las ciudades y que nadie se ocupa de barrer, acaso el viento.”

“Vi alejarse al taxi por la calle Benjamín Hill, con ese ruido de motor desfogado, tan característico de los Volkswagen, como si hiciera un esfuerzo por convencerse a sí mismo de que era un coche. Run, run, run, run, run, hizo; quiso rugir. Rugió. Vi las luces rojas de las calaveras difuminarse en la noche, y seguí escuchando el ruido de su motor acomplejado por casi treinta segundos, hasta que las luces desaparecieron, y la noche quedó silenciosa durante varios minutos. Y yo me quedé con las bolsas de la compra en la mano, pensando que quizá, aquel recuerdo, dejaría algún día de serlo.”