¿Qué tengo yo para decir de la poesía de Eloísa Oliva? Que ella suena extraña,
con una extrañeza fina y llena de momentos oscuros, que se cuenta a sí misma
como el goteo de, pongamos, una canilla que va diciendo su arquitectura musical.
Dentro de ella, se mueve una pieza suelta en esa suerte de objeto, que va
armando, suerte de artefacto de donde sale una voz como al natural, neutra, pero
casi, sucinta, que se transforma de tanto insistir en esa precisión. (Es que la
transformación es un proceso divino). Así, de una zona más o menos
intransparente, nos encontramos con la química de momentos y relatos: nos
encontramos en la escena de un avión con una niña, el rastro biográfico de un
abuelo, el parpadeo de un tubo fluorescente o la oración a una bala. Y todo eso
genera la resistencia que libera una interrogación, algo incómoda, irregular, por
cierto, porque queda expuesta la materia con su hermoso mecanismo y la parte
que es pérdida de las materias, que no necesariamente se destruye, o que se
destruye a manera de desaparición. Palabras que se hunden en fondos
fantasmas, donde nos detenemos y nos hundimos, en sus categorías de
fantasmas, o bien imágenes, conceptos, piezas difíciles de colocar en espacio
alguno. José Villa

  • Editorial: NEBLIPLATEADA
  • Paginas: 70
  • Edición: 2025
  • Idioma: Castellano
  • Peso: 300
  • Alto: 2 mm
  • Ancho: 15 mm
  • Largo: 22 mm
  • Encuadernación: Papel
  • ISBN 9786319041583