Cuando Eduardo trueca el “quiero escribir, pero me sale espuma” de César Vallejo por un “quiero escribir, pero me sale Espina”, no está haciendo ningún jueguito de palabras. Porque aunque la torsión da risa, también hay que decir que pincha. La espina del apellido se incrusta todo el tiempo en estos “ensayos del yo” que el autor también define como “una entrada autobiográfica en lo que suele denominarse la interpretación literaria”. Esta entrada violenta –verdadera vacuna contra la corrección política– nos permite comprobar, a medida que vamos avanzando en el libro, que a la supuesta “interpretación literaria” que ocupó tan sesudamente a generaciones de profesores, estudiantes y críticos, ya se le pasó el cuarto de hora. Por eso son los restos de una autobiografía descartable –pura espuma con la que el poeta arma sus ensayos– los que nos iluminan más que cualquier tesis doctoral. La medialuna que el joven Espina le comió a Borges aprovechando que era ciego, el original de Kundera que espió en casa de Carlos Fuentes, el haber querido ser Benedetti a los 14 sólo para tener levante, o el haber ayudado a Marosa a huir de una multitud que en Oaxaca esperaba escucharla recitar, son desvíos narrativos que nos instalan, por fuera de cualquier posible canon, ante una clase magistral de ex-literatura. Es que E.E. quería escribir ensayos del yo pero por suerte le salió una novelita de los otros. Todo el resto fue y será literatura.

Tamara Kamenszain

  • Editorial: MANSALVA
  • Paginas: 168
  • Edición: 2017
  • Idioma: -1
  • Peso: 218
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN 9789873728518

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