El autor refleja las transformaciones vividas en la Facultad de Bellas Artes del País Vasco en los últimos 25 años, paradigma de lo acaecido en otras facultades españolas. Presenta la pintura como un modo de actuación que permite pasar revista a las problemáticas suscitadas por la enseñanza de las prácticas artísticas, proponiendo modelos de actuación y de organización de estudios. Puede constituir un referente para la enseñanza, utilizando propuestas que se deberían adaptar a las circunstancias particulares, y de ayuda a buscar el sentido de la propia práctica, así como a enriquecer los métodos de trabajo particulares.