A partir de la articulación estructural de la palabra con la escritura, lo dicho se hace pasible de una lectura, cuyo efecto es escindir un decir. De ahí la función de la lectura que toma su lugar en la operatoria analítica, introduciendo en ella retornos, impasses y pasajes a partir de los cuales pueden bordearse los límites de la experiencia analítica. Pero incluso más allá de la práctica analítica, en tanto su resto se constituye en causa de una transmisión que escribe sus límites, la lectura vuelve, dando lugar a una nueva escritura por venir del psicoanálisis.
Desde la práctica analítica hasta su trasmisión, la lectura se hace presente de maneras diversas según los tiempos de la experiencia, y esa presencia y su diversidad es la que intentamos revelar proponiendo que sea la cuerda que enhebre los artículos aquí publicados.
