Leo estos poemas de Florencia Minici, como quien cae en una trampa. Quiero decir, me dejo llevar por la fuerza de su desapego, el ritmo que no falla, el filo, siempre atento, de su inteligencia, que sigue una afluente doble: visible e invisible a la vez. Soy atraído, arrastrado por la corriente de esas imágenes que avanzan, una detrás de la otra, en un orden incorruptible y, aparentemente, sin vacilación. Como si me estuviera revelando un mundo del que no podría enterarme, ni conocerlo, si no fuera por el auxilio de su mirada milimétrica. Viajo a través de ese río a una velocidad inalterable, continua, interrumpida apenas por el jadeo de la respiración que se detiene al cortar un verso, al formular una sentencia, transportar una información “objetiva”... En fin, esas cosas diurnas que son el revés, la parte (por decirlo de alguna manera) sociable, de una infinita insurrección. Como si algo, todo el tiempo, se crispara en el fondo. Un animal formidable, acaso sombrío, batiendo sus aletas de pez sobre un mundo que, de tan real, se vuelve extraño y delirante. De ahí ese lenguaje solitario, más o menos enciclopedista, que sube hasta la superficie. Con esa ironía (ironía: sinónimo de contradicción, según Girri) que pone en jaque cualquier pretensión de verdad absoluta. Entonces pienso: ¿de qué otra manera dar cuenta de esa experiencia secreta e interior sino mostrando, insistentemente, lo que se oculta --aquello que se resiste a cualquier transcripción directa? Si el frío, como dicen, quema, estos poemas me congelan la sangre. Y hasta creo que disfrutan, gozan (un poco) del placer "destructivo" que despierta en nosotros la poesía --o al menos, cierta clase de poesía-- algunas veces. Osvaldo Bossi .

  • Editorial: GOG & MAGOG
  • Paginas: 48
  • Edición: 2010
  • Idioma: Castellano
  • Peso: 98
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN 9789509704466

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