Con el paso del blanco y negro al color, hay cámaras de vigilancia que, como los ángeles en Berlín, parecen cobrar vida. Su objetivo, sin embargo, no consiste en ponernos a salvo mediante una observación más aguda del detalle sino que, al contrario, se proponen mostrarnos con sutileza los distintos matices de nuestra propia fragilidad. En el ojo de Santiago Venturini, como en aquel, los pormenores de una escena van tejiendo las circunstancias a las que el sujeto se verá arrastrado sin remedio. Porque hay entre testigo y espectador, entre la acción de atestiguar y la de espectar (dos verbos de la mirada), una sombra, un espectro: al fin y al cabo, el espectador es quien mira pero, a la vez, el que espera (verbo anímico si los hay). Detención y movimiento, con–moción, es el método; acaso esta sea la diferencia, o el pasaje, entre descripción y narración. La ventana o ventanilla, la pantalla, el silencio de interiores interrumpido por el movimiento de un vecino, las “últimas diapositivas del mundo”: en este cuadro los otros se mueven pero el que permanece inmóvil es quien viaja, aunque sosteniendo en alto el deseo de hacerlo y, al mismo tiempo, su imposibilidad. Francisco Bitar

  • Editorial: GOG & MAGOG
  • Paginas: 96
  • Edición: 2012
  • Idioma: Castellano
  • Peso: 146
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN 9789509704572

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