Gabriela Mistral percibió claramente hasta qué grado su quehacer como escritora, en cuanto a mujer autodidacta de procedencia rural, dependía de las atribuciones e imposiciones de la crítica. En este sentido, y entre sus variados y no pocas veces contradictorios discursos y actividades para figurarse a sí misma, resulta reveladora su autopresentación en una carta a Eduardo Barrios. Reclama en este escrito, anterrior a 1915, que le llamen "viuda" para escapar de las maniobras sexistas de la ccrítica masculina y para que su obra se califique exlcusivamente según criterios literarios. De todos modos, puede constatarse que el malestar de Mistral respecto de la literatura como institución no se resuelve por la vía del enmascaramiento y el uso del seudónimo, La ambivalencia no sólo no se disipa, sino que está inscripta en el inventado nomnbre. 
Lo que -sobre este trasfondo- deviene crucial en el específico caso de la chilena, anudando con la poética martiana, es el reconocimiento de que no es posible ni deseable la autonomía estética absoluta, sino que, más allá de toda casualidad simple, la poesía tal como la proyecta es un campo necesariamente "impuro" ya que se mezclan en él lo estético y lo social. 

  • Editorial: EDICIONES KATATAY
  • Idioma: Castellano
  • Peso: 50
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN 9789872956516

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