Palabras que parecen surgir de un silencio, el blanco que las

rodea y que les da el contorno de versos. Pero no se trata de una

alternativa, aunque fuese poética, entre decir y no decir, sino

que más bien lo escrito se torna necesario, urgente, es “lo que

no se puede dejar ir”, una suerte de presencia que no deja de

ausentarse. La poesía de Fernando Araldi Oesterheld tiene

entonces un tono de pregunta que se acerca a la plegaria. “¿Para

qué seguir naciendo?”, se pregunta. Aunque sea un interrogante

imposible, ya que el nacimiento debe ser el acto que nadie

puede decidir. ¿A quién se dirige? Quizás a la ausencia de

alguien, al retraimiento de algo. Es como un rezo murmurado

que se eleva al rango de oda, pero no hay nadie en el cielo que

esté escuchando. Sólo está la página, su blanco, y el ritmo de

palabras que la oscurecen por instantes, por raptos. Tampoco es

posible preguntar para qué seguir escribiendo. En las imágenes

que cada puñado de versos hace resplandecer, se contradice a la

vez el acto mínimo de manchar de palabras un silencio y se

justica de alguna manera. Como diría Mallarmé: qué importa

que esos brillos no se dirijan a nadie en particular, de todos

modos están ahí, registran el pasaje de cuerpos y de cosas por

una película sensible, escrituras de luz. Entre la noche y el

blanco, Un veneno de sí prende un fogonazo de intensa vitalidad, 

sigue naciendo a cada paso.

 

Silvio Mattoni

  • Editorial: MANSALVA
  • Paginas: 64
  • Edición: 2016
  • Idioma: Castellano
  • Peso: 114
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN 9789873728365

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