Utterson, el notario, era un hombre de cara arrugada, jamás iluminada por una sonrisa. De

conversación escasa, fría y empachada, retraído en sus sentimientos, era alto, flaco, gris, serio y,

sin embargo, de alguna forma, amable. En las comidas con los amigos, cuando el vino era de su

gusto, sus ojos traslucían algo eminentemente humano; algo, sin embargo, que no llegaba nunca a

traducirse en palabras, pero que tampoco se quedaba en los mudos símbolos de la sobremesa,

manifestándose, sobre todo, a menudo y claramente, en los actos de su vida. Era austero consigo

mismo: bebía ginebra, cuando estaba solo, para atemperar su tendencia a los buenos vinos, y,

aunque le gustase el teatro, hacía veinte años que no pisaba uno. Sin embargo, era de una

probada tolerancia con los demás, considerando a veces con estupor, casi con envidia, la fuerte

presión de los espíritus vitalistas que lo llevaba a alejarse del recto camino. Por esto, en cualquier

situación extrema, se inclinaba más a socorrer que a reprobar. ??? Respeto la herejía de Caín ??? decía

con agudeza ??? . Dejo que mi hermano se vaya al diablo como crea más oportuno. Por este

temperamento, a menudo solía ser el último conocido estimable, la última influencia saludable en

la vida de los hombres encaminados cuesta abajo; y en sus relaciones con éstos, mientras duraban

las mismas, procuraba mostrarse mínimamente cambiado.

  • Editorial: VORIA STEFANOVSKY EDITORES
  • Paginas: 100
  • Edición: 2017
  • Idioma: Castellano
  • Peso: 150
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN 9789874139030

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