En el paisaje desolado en que ha devenido el mundo contempo- ráneo –rezagos de una modernidad que no consiguió evitar las pe- sadillas de su propia razón–, la ciudad es un infierno escarpado e inevitable. La lúcida y descarnada voz poética de Rita Kratsman se quiere testimonio de una mirada decidida a recorrer ese territo- rio hostil.
No se detiene demasiado en la contemplación del viandante aún no alcanzado por la violencia de la desigualdad y otras formas del despojo como la del tiempo, ni en los palazzi donde la ciudad aún consigue impostar un esplendor. Prefiere hacer foco en aquellos que son expresión de una afrenta social –un cartonero, un moto- chorro, un Pierrot que trabaja en un semáforo con su perro balda- do, una persona que duerme en un banco de plaza, una “vieja con sus entristecidas coronarias”–, así como en las orillas del Ria- chuelo o en confines donde hay fábricas cerradas o “una casa puede ser un cabotaje abandonado/ entre aceites y hollines”.
Fraseada en minúscula casi perpetua y asordinada por una vo- cación ajena al énfasis, la escritura de Kratsman conversa consigo misma y se hace solidaria de su objeto sin caer en la demagogia.
En su original estructura contrapuntística, realiza uno de los sentidos posibles comprendidos en su título. El otro, claro está, se cumple apelando al auxilio de la obra de Schönberg y otros salvo- conductos sonoros; y, ejemplarmente, en una suerte de puesta en práctica de una teoría del ritmo, garante de la poesía y, a través de esta, de esa música de fondo que, tal vez, sabrá redimir a los cuerpos de su desamparada aventura urbana.
Guillermo Saavedra
- Editorial: EL JARDÍN DE LAS DELICIAS
- Paginas:
80
- Edición:
2019
- Idioma:
Castellano
- Peso:
150
- Encuadernación:
Tapa blanda
- ISBN
9789874536372
